Domingo 16.


Publicado por Arturo Guevara Escobar en

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Una inmensa multitud discurría por la zona inmediata a la Ciudadela. Los soldados ocupaban sus puestos avanzados. Con el arma al brazo, silenciosos, tranquilos, veían desfilar a los curiosos.
—Cerca, separados únicamente por una cuadra, estaban las avanzadas felicistas. Grupos de transeúntes se arremolinaban en torno de los soldados y cadetes, preguntándoles detalles de lo ocurrido en la Ciudadela.
—Un joven aspirante apostado en el crucero de las calles de Balderas y Nuevo México, exageraba sonriendo alegremente: — ¿Tomar la Ciudadela ? Cuando la rana críe pelos. —Tenemos en ella ocho mil hombre .........

Fotografía de autor desconocido, pero podría tratarse de una imagen de Manuel Ramos, calle de Balderas cruce con Nuevo México. Mientras algunos de los paseantes notan la presencia del fotógrafo, y aprovechan para dar su mejor pose, otros continúan en su atento paseo. Unos se detiene ante los muros claveteados de balas, mirando a lo alto, una niña guiada seguramente por su madre mantiene la vista hacia atrás, ¿qué le llama la atención? Un hombre de traje en medio de la concurrencia tomando notas en una libreta...

En algunas partes, sobre el asfalto, en medio de la calle, ardían los cadáveres empapados en petróleo de los que habían sucumbido en la última refriega. Los curiosos se detenían horrorizados, ante estas hogueras humanas con que el Sr. Madero rindió culto en sus últimos días al tremendo Moloch de la legalidad.

Postal anónima, "cuerpo quemado", en el extremo izquierdo en inglés se lee: " burning the dead Mexico". Aunque se menciona al petróleo como materia ignitiva, en muchas de las fotografías relativas a este acontecimiento vemos los rastros de madera, en algunas abundantemente.

Aun no se llegaba a las carnicerías de la Primera Guerra Mundial, y los acontecimientos de la Decena Trágica impactaban profundamente a propios y extraños. En una postal publicada por "W. F. Carnaty Moscow" aparecen los cuerpos siendo quemados en la vía pública, "Cadáveres incinerados en las calles de Balderas" se lee en español, para incrementar el dramatismo se retoca la imagen, agregando el efecto de las llamas. Notemos que es el único texto en español, el nombre del editor aparece en inglés y ruso, el resto de la información de nuevo en ruso y francés, la postal se envió desde Kiev, Rusia a la capital de Francia, París.

Podemos encontrar más material gráfico sobre el tema en la siguiente liga: “El horror…”.


Cerca de las dos de la tarde, y cuando la animación era mayor, empezaron a circular rumores de que se reanudaría la lucha antes de que concluyera el armisticio, y los más prudentes regresaron apresuradamente a sus casas.

Como a las 2 y 20 se dejaron oír algunos disparos y después el siniestro crepitar de una ametralladora. Los rezagados en las inmediaciones de la Ciudadela huyeron a toda carrera.

¿Quién rompió el armisticio?

El Gobierno, para disculparse, hizo publicar en una hoja suelta el siguiente parte escrito por el Capitán Montes:

“Tengo la honra de poner en el superior conocimiento de Ud. que encontrándome en la esquina de las calles de Victoria y Ancha, desempeñando una comisión del Sr. Presidente de la República, cerca del Teniente Coronel Eduardo Ocaranza, vi por indicación del Sargento Jefe de una pieza instalada en la esquina, la maniobra que los soldados rebeldes hacían para instalar una pieza de artillería en la esquina de las calles Balderas y Victoria; así mismo observé que los soldados felicistas dispararon los primeros sobre las fuerzas leales, al estar haciendo la maniobra indicada. Como a la hora que sucede esto, que son la dos y treinta, está vigente el armisticio pactado con dichos rebeldes, procedo a darle este parte, a fin de que llegue a su superior conocimiento.

Hago constar que la pieza a que me refiero fue instalada, por no haber querido las tropas leales violar el armisticio pactado, y, si dichas tropas contestaron el fuego de los rebeldes, fue hasta después que estos mataron a dos artilleros pertenecientes a la pieza que con anterioridad estaba instalada en la esquina de la calle a que me he referido primero.

Tengo el honor, mí General, de hacer a usted presente mi subordinación y respeto.
Libertad y Constitici6n, México 16 de febrero de 1913.

Capitán Federico C. Montes.”

Los felicistas echaron, por su parte, la culpa a las tropas del Gobierno.

Se dijo a este respecto, que los defensores del Sr. Madero trataron de emplazar una batería al abrigo de la avalancha de curiosos que se aglomeraban en las principales líneas de fuego y que a esto se debió que los sublevados no respetaran la tregua.

Según otra versión, un grupo de rurales y otro de felicistas que se hallaban muy cerca, comenzaron a cambiar palabras injuriosas y ya encolerizados echaron mano a sus armas y concluyeron a tiros, sin cuidarse del peligro que pudieran correr los neutrales.
Roto el fuego, continuó sin interrupción hasta la media noche.


Hay inconsistencias en la declaración del Capitán Montes, él menciona que estando en la esquina de Ancha y Victoria, presenció los hechos, junto a una pieza de artillería y su dotación. Desde el día 11 en la zona está actuando una sección de artillería de forma flotante, una sección son 2 cañones, cada uno de forma independiente, uno inició su periplo en la esquina de Anchas y Nuevo México, para luego ser abandonado, recuperado trasladado al jardín Degollado, de nuevo movido a la calle de Revillagigedo, actuando sobre esta a la altura de Juárez y luego en Victoria. Al parecer por la evidencia fotográfica el día 16 de febrero estaba en la esquina de Revillagigedo y Victoria. La panorámica superior armada con escenas extraídas del film “Memorias de un Mexicano” de Toscano, podemos apreciar la calle de Revillagigedo desde Victoria hasta Juárez, con la multitud agrupada en Nuevo México, la secuencia se tomo durante la tarde ente la una y dos P.M. En la fotografía de autor anónimo y publicada por “Bain News Service” tenemos la misma escena pero durante la mañana, entre 11 y 12.


La otra pieza de artillería se colocó inicialmente en la calle de Victoria y Dolores, en diversos movimientos a lo largo de los días se intentó llevarla hasta Balderas, actuando siempre a diferentes alturas de las calles de Victoria. Sí los Felicistas intentaban colocar un cañón en Balderas y Victoria quien la avistaría primero y tendría opción de disparar sería desde aquí; mientras el puesto de Revillagigedo permanece ciego. Al mismo tiempo la evidencia fotográfica indica que la pieza de Revillagigedo permaneció ahí el día 16 hasta pasadas las dos… En una fotografía de Osuna “78. Campamento federal en las calles Anchas”, vemos como la muchedumbre se mantiene agrupada sobre Independencia, y no encontramos artillería, en esa esquina para el día 16 encontramos una ametralladora.

Jesús Monjarás Ruiz, en su trabajo “La Decena Trágica: una versión periodística Alemana”, publica el siguiente dato:

"A las dos de la mañana los rebeldes arrastraron una batería varias calles y la emplazaron en la calle de Independencia. Con ella bombardearon a la batería de los federales colocada cerca de la iglesia de San Diego, junto al edificio del Mexican Herald. La puntería de los rebeldes es sorprendente."

De la edición del medio día del Kölnische Zeitung, n. 173, el 14 de febrero de 1913. Como muchos de los datos periodísticos puede o no ser verdad; inicialmente la avanzada felicista, controla por medio de nidos de ametralladoras Balderas y Morelos, y con su artillería desde Balderas y San Antonio, no hay evidencia fotográfica de cañones a la altura de Independencia, pero para el día 16 hay una nueva trinchera con artillería sobre Balderas pasando Emilio Dondé.

Otro dato importante es como para el día 16, el puesto federal de la rinconada de San Diego ya no existía, los federales no contaban con ningún punto para tiro directo sobre los felicistas. Las crónicas de los días subsiguientes no mencionan artillería en Balderas e Independencia, o Balderas y Victoria, que de haber sido así, hubieran impedido definitivamente los intentos federales por llegar al edificio de la Asociación Cristiana de Jóvenes, y hubieran ocasionado una masacre al disparar sobre cualquiera de dichas calles, hecho que no ocurrió…



EL SR. GENERAL FELIX DIAZ.

Algunas personas pudieron ver ese día al Sr. Gral. Félix Díaz estaba, tranquilo y confiado en el triunfo. A propósito de unas hojas anónimas que habían circulado la víspera, dictó a uno de sus ayudantes la siguiente protesta:

AL PUEBLO MEXICANO.

Ha llegado a mi conocimiento que han circulado anónimos de procedencia maderista, en que se dice que yo prefiero la intervención extranjera antes que se salve el gobierno maderista.

Soy patriota de convicción y de abolengo, cualidades que no tienen mis cobardes detractores que se ocultan tras el anónimo. El pueblo mexicano, por quien son todo mis esfuerzos, sabe que soy incapaz de anteponer nada a mi patriotismo.

Firmado: Félix Díaz.

Cuartel General del Ejército Revolucionario en la Ciudadela, febrero
16 de 1913."

El Jefe Revolucionario recibió con la misma fecha, por conductos ignorados, los siguientes mensajes:

“Nueva York. 10 de febrero. —Agradezcole contestación. Hoy publico sus telegramas. Trabajo activamente evitar intervención, —Firmado: Heriberto Barrón.”

“Paris, 11 de febrero ,—Prensa francesa reunida simpatiza con su causa. Adelante.”

“Chicago, 13 de febrero. —Ofrézcole tres millones dólares en simpatía causa. Suficiente garantía su actitud ejecutiva. Firmado: William Carper.”

El Sr. Gral. Félix Díaz hizo contestar a este sindicato de banqueros que la revolución contaba con fondos mexicanos y rehusaba, agradeciéndole, el espontaneo ofrecimiento, que su patriotismo le vedaba aceptar.

MENSAJE AMENAZANTE.

El día 14 habían dirigido el Sr. Madero un mensaje suplicatorio al Presidente Taft. A pesar de su enfermizo optimismo llego a temer que el Gobierno americano, en vista de los graves acontecimiento que se desaprobaban en la Capital, pensara en medidas extremas, y pidió algunos días de espera, ofreciendo, como siempre restablecer en breve la paz.

El Presidente Taft contestó el día 16 con el siguiente mensaje, en que al través del suave y cortés lenguaje diplomático se advierte la gravedad de las intenciones que animaban en aquellos días al Gobierno americano.

“Washington, 16 do febrero de 1913.

A su Excelencia Francisco I. Madero, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos — México.

Por el texto del mensaje de su Excelencia que recibí el día 14, se desprende que ha sido mal informado respeto de la política de los Estados Unidos hacia México, la que por dos años ha sido uniforme, así como también respecto a las medidas navales o de cualquiera otra índole que hasta aquí se han tomado, medidas que son de precaución natural, y ya el Embajador me telegrafió que cuando usted fue bastante bondadoso para mostrarle un telegrama a mí dirigido, hizo notar a usted este hecho.

En consecuencia, su Excelencia debe estar advertido de que los informes que se dice han llegado a usted, relativos a que ye se han dado órdenes para desembarcar fuerzas, han sido inexactos. Sin embargo, el Embajador, que está plenamente informado, ha recibido instrucciones para proporcionar a usted los informes que desee.

Juzgo innecesarias nuevas seguridades de amistad a México, después de dos años de paciencia y buena voluntad.

En consideración a la especial amistad y a las relaciones existentes entre ambos países, no puedo llamar lo bastante su atención a su Excelencia sobre la vital importancia del pronto restablecimiento de esa paz real y orden que este gobierno ha esperado ver establecido, ya porque los ciudadanos americanos y sus propiedades tienen que ser protegidos y respetados, cuanto porque esta nación simpatiza profundamente con las aflicciones del pueblo mexicano.

Recíprocamente a la ansiedad manifiesta en el menaje de su Excelencia, creo de mi deber añadir sinceramente y sin reserva, que el curso de los acontecimientos durante los últimos años, y que hoy culmina en una situación muy peligrosa, crean en este país un pesimismo extremo y la convicción de que el deber imperioso de estos momentos está en aliviar pronto la actual situación
William H. Taft.”


La decena Trágica en México, Datos verídicos tomados en el mismo teatro de los sucesos por un escritor metropolitano. Edición de “El Obrero”, León Gto., 1913.

En cursivas notas de A. Guevara.

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Parte detallado de los acontecimientos ocurridos el 16 de febrero, en el Campamento de la Tlaxpana.

Días antes de la fecha señalada, con un sigilo digno de mejor causa, los entonces capitanes 2/os. Juan F. Barrios y Luis G. Estrada, comenzaron a buscar adeptos entre los Oficiales más bisoños, para cometer el delito de deslealtad al Supremo Gobierno, únicamente tres de los veintitantos con que contaba el Cuerpo se unieron a su idea, siendo estos el Teniente Fidel Melgarejo, Subtenientes Juan E. Cortéz y Alberto Negrete, todos jóvenes y faltos de experiencia, lo que ocasionó su yerro; ya convenidos, los hicieron de Jefes del movimiento aprovechando la oportunidad de que el Batallón se encontraba acampado a lo largo de la Calzada de los “Gallos”, partiendo de la Tlaxpana, en cuya entrada se encontraba de guardia en prevención uno de los comprometidos, así como de que el entonces Jefe del expresado, C. General Aureliano Blanquet, dormía en un portal a la izquierda de la Guardia, siendo el sueño de dicho Jefe algo pesado por las muchas fatigas del día anterior y po9r haberse desvelado trabajando hasta la una de la mañana del día de los hechos, por lo que comprendiendo los Oficiales aludidos que era el momento oportuno de abandonar el Campamento, levantaron a la fuerza engañándola con que el C. General en Jefe se encontraba prisionero y querían liberarlo; ante tal aseveración toda la tropa se puso en pié, dispuesta al sacrificio con tal de salvar a su Jefe, al que siempre la condujo a la victoria; recordando muchos de ellos las gloriosas jornadas de Tepeojuma, Matamoros, Izucar, Puebla, Rellano, Avilés, Los Sabinos, Rancho de Monterrey y tantos otros de que volvieron cubiertos de gloria, con esos recuerdos no podían vacilar un solo momento; era necesario volver la libertad a su querido y valiente Jefe, así como castigar a los culpables, por lo que sin decir una palabra, violentamente se formó la tropa, armada y municionada convenientemente, y bajo la órdenes de los mencionados Capitanes desfiló en silencio, atravesando la Colonia de Santa María de la Ribera, siguiendo por las calles de la Colonia, Buenavista y Mina hasta llegar al jardín de San Fernando, en cuyo parque el Capitán Barrios, excitado por el alcohol y creyéndose dueño de la voluntad de la tropa, pronunció discursos subversivos y, en una palabra, puso de manifiesto que no había tal prisión del C. General, sino que por el contrario, se trataba de traicionarlo: descubierto esto por la tropa casi en maza abandonó a sus engañadores y sola, sin un oficial se fue presentando en grupos al Campamento, lanzando vivas a su General y explicando todos de igual manera lo que había sucedido.

Mientras tanto en el Campamento del Capitán de Cuartel, al dar su vuelta en la Calzada, notó la desaparición de la fuerza y dio parte inmediatamente al Jefe del Día y al C. General, quién desde luego se dirigió por la Calzada con su Corneta de ordenes tocando “media vuelta”, lo que dio poco resultados pues solo los que iban hasta atrás se dieron cuenta del toque y regresaron explicando que dudaban si debían marchar, pero cuando se enteraron de que se trataba de salvar a su General, violentamente se alistaron y procuraron incorporarse, siendo esta la causa de que se tardaran y por tanto, de que oyeran el toque. Media hora después empezó a llegar el grueso de la fuerza que abandonó en San Fernando a los instigadores del movimiento, los que solo lograron llevarse, a viva fuerza, cuarenta soldados, debiendo hacer notar que de ellos Domingo ramos, que fue puesto de centinela en la Ciudadela, abandonó el puesto en un momento oportuno y se presentó al Campamento cerca de la seis de la mañana, siendo el último en verificarlo.

Coronel Felipe R. Díaz

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